jueves, 31 de mayo de 2012

Miércoles y Viernes a partir de Junio, talleres de Arte y Ajedrez



 "El niño necesita lo bello, necesita sentir alegría al realizar la tarea.
Las prácticas y desarrollos artísticos son ejercicios de la voluntad.
Cuando trabajamos con madera o arcilla para dar el gesto característico a un animal; cuando nos esforzamos para conseguir en la pintura o en el dibujo todo lo que el material puede dar de sí para la tarea que nos proponemos; cuando entre la audacia y la paciencia, intentamos crear un cuadro, sentimos cómo la personalidad entera participa de lleno en el esfuerzo.
Para los niños, con su vida afectiva ardiente, la ocupación con pinceles y tizas debería ser la manera ideal de dar salida a sus emociones y de liberarse de la presión interna.
La precisión del tono y los matices, exigen perseverancia y la capacidad de practicar con persistencia. Los obstáculos al modelar una figura o realizar sus moldes, son grandes pruebas que le permiten experimentar que el material tiene voluntad propia". (Renata dal Bianco)


lunes, 28 de mayo de 2012

A partir de JUNIO juego y práctica para adultos y Arte+Ajedrez con Renata dal Bianco!

Queridos amigos, chicos y padres: abrimos a partir del mes de junio dos días de práctica y juego para adultos: martes de 19,30 a 21,30 hs y miércoles de 18 a 19,30 hs siguiendo luego ese día con la clase a cargo de los maestros Luciano Miranda y Ernesto Juliá. 
También, a partir del martes 5 de junio abrimos un nuevo grupo de 18 a 19,15 hs para chicos de 6 a 9 años. 
Los días miércoles y viernes a partir de junio, la artista plástica Renata dal Bianco, quien nos viene acompañando desde hace muchos años (y es también la ilustradora del libro Mis Primeros Pasos en Ajedrez), comenzará a dar talleres de arte para niños y un grupo de Matroarte (madres con niños de 3 años). Pronto más novedades!


sábado, 5 de mayo de 2012

Artículo de Arturo Pérez Reverte


Patente de corso
Sobre niños, vida y ajedrez
Por Arturo Perez Reverte  | Para LA NACION
Hace poco pasé unos días como espectador de infantería en el legendario Magistral de León, un apasionante torneo de ajedrez que lleva veinticuatro años enrocado en la tierra natal de mi viejo amigo, el capitán Alatriste. Esta vez el duelo era de campanillas: el campeón del mundo, Vishy Anand, contra uno de mis jugadores favoritos, el letón nacionalizado español Alexei Shirov que ha estado dos veces a punto de alzarse con el título mundial. Y disfruté mucho, como digo. Una cena con Shirov me dejó en la cabeza, aparte de mucha simpatía por ese oso grandote y rubio de mirada tierna, algunas ideas útiles para cosas que ando escribiendo estos días. Pero lo que tal vez me interesó más fue el torneo de jóvenes talentos, donde una veintena de niños de entre doce y dieciséis años -el más torpe, capaz de darme mate en diez jugadas, sin despeinarse- compitieron entre sí con objeto de jugar la última partida, los finalistas, en la misma mesa y con las mismas piezas que utilizaban Anand y Shirov.
Lo de los críos y el ajedrez es, por cierto, una asignatura pendiente en España. Demasiado pendiente, creo. Un deporte que también es cultura; un juego antiguo como ése, fascinante, fácil de comprender ya por un niño de cuatro años, sólo es obligatorio en cincuenta colegios españoles y figura como actividad extraescolar en menos de un millar. Culpables de esto son los propios ajedrecistas, a menudo enfrascados en sus propias partidas e incapaces de organizarse para reclamar mayor presencia del tablero en los lugares adecuados; pero también son responsables los padres que, por indiferencia o ignorancia, privan a sus hijos del aprendizaje básico, al menos en su fase elemental, de una disciplina que consideran menos útil que el fútbol o las manualidades artísticas. Y sin embargo, pocos juegos son tan atractivos para un niño como ese lidiar precoz dotado de reglas de cortesía y comportamiento; ese juego divertido, agresivo y elegante al mismo tiempo, que enseña a pensar con razón y lógica a cualquiera que lo practique.
En lo que se refiere a nuestra clase política, imaginen. Su sensibilidad para este asunto equivale a la de un trozo de carne de cerdo poco hecha. El ministerio de Educación y los responsables del deporte español consideran el ajedrez -cuando se los obliga a pensar en él y no tienen más remedio- como la más fea del baile: algo desconocido e incómodo, difícil de encajar en planes educativos diseñados por psicopedagogilipollas seguros de que la igualdad y la excelencia se logran mejor si los niños juegan con muñecas y las niñas al fútbol, que si se enfrentan, miden y conocen, al otro y a ellos mismos, sobre un tablero de ajedrez. Un ejemplo: aunque hace ya seis años el Senado aprobó por insólita unanimidad -tendrían prisa por irse de vacaciones o cobrar dietas- instar al Gobierno a que facilitase la introducción del ajedrez en los colegios españoles, tanto el central como los autonómicos de entonces y de ahora se pasaron, y siguen haciéndolo, tan provechosa recomendación por el forro de sus respectivas legislaturas.
En fin. Qué quieren que les diga. Quienes de ustedes me leen desde La tabla de Flandes conocen la importancia que el ajedrez tiene en varias de mis novelas, como en mi concepción del mundo y de las cosas. Soy un mal jugador, pero crecí entre libros, marinos y ajedrecistas, y mis primeros recuerdos están unidos a la imagen de mi padre y sus amigos inclinados sobre un tablero, entre humo de cigarros y pipas. Me acerqué a ese juego desde muy niño, incluso antes de comprenderlo, intuyendo en él claves útiles sobre los misterios insondables o estremecedores de la vida. Después, los cuadros blancos y negros, las piezas en sus escaques, me ayudaron a entender mejor el mundo por donde eché a andar temprano, mochila al hombro. Gracias al ajedrez, o a los perfectos símbolos que lo inspiran -repito que soy jugador mediocre, a menudo torpe-, encajé de modo razonable el miedo al aguzado alfil, el horror de la torre devastadora, la soledad del peón aislado en su casilla, los cuadros blancos, negros, fundidos en grises, de la turbia condición humana. Y mientras estuve -todos estamos alguna vez, tarde o temprano- en el vientre del caballo de madera esperando mi turno para degollar troyanos dormidos, y luego, cuando al regreso con sangre en las uñas la vida me despobló el cielo de dioses, el ajedrez me dio respuestas, consuelo, sosiego y media docena de certezas útiles con las que ahora envejezco, leo, navego y escribo novelas. Otros van a la iglesia y yo voy al ajedrez. De puntillas, con humildad y respeto, a ver oficiar los misterios de la vida. Como quien asiste a misa.
* El autor es español, periodista, escritor y miembro de la Real Academia Española.
 (Sugerimos su novela "La Tabla de Flandes", sin desperdicio!...)

Relato de niños africanos: ubuntu!



Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas.
Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio.
Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?.....UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos."

En el nuevo espacio!

Compartimos algunas fotos de la primera semana en el nuevo espacio...Y un aviso: estamos buscando emprendedores culturales/educativos que quieran sumar sus propuestas! 

 Preparando el nuevo lugar....gran trabajo y ayuda de Renata y Juan! gracias!!!


 Los inicios de la ludoteca...

 El primer día, los chicos del grupo de Carolina con el "Ajedrez del Abuelo"...

 Mostrando la "partida inaugural" a los más pequeños con relatos ficcionados de Ernesto y Marina.

 Algunas mamás esperando a sus hijos y mientras tanto, pensando!

 El grupo de Luciano Miranda, del día viernes.

 Nicolás Kornblihtt con su grupito.


 Día sábado...
 Los chicos del sábado, jugando en la ludoteca con el profe Pablo Ameijeiras.

 4, 5 y 6 años...con Pablo.

 Con cada grupo brindamos y festejamos por nuestro nuevo espacio...los chicos de Armonía!